martes, 6 de diciembre de 2011

El mundo continua siendo una mierda

Bien convenimos en el artículo anterior que el mundo es una mierda por que así nos lo recuerdan para nuestra desdicha continuamente los medios informativos. Seguramente usted también se dio cuenta de que la tensión informativa y las desgracias parecen disminuir en periodos de vacación estival proporcionalmente  al adelgazamiento de las plantillas de los informativos, en las que solamente dejan trabajando al pobre y "agradecido" becario que bajo los efectos del retraso cognitivo producido por la canícula junto con su bendita inexperiencia impregnan las noticias de un carácter menos desalentador, incluso llegando a ser a veces algo desenfadado y optimista.

Cuando pasa esto sospechamos que tal vez nuestra percepción negativa del mundo puede ser debida, siendo generosos, a la toxicidad y negatividad con la que nos cuentan la realidad los medios. Si tuviéramos la fuerza de voluntad necesaria apagaríamos el televisor y la radio y teóricamente empezaríamos a recuperar nuestra salud mental siendo innecesarios antidepresivos o ansiolíticos.

Las noticias en verano se soportan mucho mejor que en invierno, no por que sean menos sesudas, cosa difícil por que nunca se reflexionan lo suficiente, sino por que son más tranquilas. También por que los políticos están de vacaciones y dicen menos tonterías. Por lo general la calidad de las noticias aumenta en verano al ser incapaces de producir el mismo nivel de efectismos impactantes.

El mundo, para bien o para mal, lo acabamos viendo como nos lo pintan, no como realmente es, entre otras cosas por que las verdades absolutas no existen. Muchos psicólogos de la percepción nos lo empezaron a demostrar a principios del siglo XX. Sin embargo cada medio siempre se empeñará en decir que sólo ellos tienen la razón argumentando cada cosa dogmáticamente al servicio de las consignas que su política editorial defienda. Generalmente es una política editorial que defiende unas tendencias políticas. Nada que el lector a estas alturas no sepa ya. Los medios en su mayoría son propagandísticos.

La objetividad informativa y análisis huyendo de la "opinología" es lo que deberíamos buscar los espectadores si realmente deseamos informarnos. Eso hasta ahora es lo que estaban casi a punto de conseguir los medios públicos. Pero se los van a cargar por ser un "gasto innecesario" según aquellos que están respaldados por medios privados que los defienden. Una vez se han regulado los medios públicos y se han blindado para ser más democráticos garantizando mejor la pluralidad dejan de ser útiles incluso a los que están gobernando y estos deciden cargárselos.

Así pues la percepción de la realidad depende de quien nos la cuente y cómo nos la cuente. Dependemos demasiado de este factor por lo que como individuos hemos perdido la capacidad de análisis necesaria. Ya piensan por nosotros y nos condicionan a pensar de una u otra manera desde la propaganda intencionada o la incompetencia periodística.

Curiosamente la realidad informativa obedece a dos leyes de la física. Por un lado la relatividad subjetiva del observador y por otro lado el principio de la termodinámica que dice que el instrumento sensor que utilizamos para medir algún fenómeno altera la medición. O sea que no es sólo cuestión del cristal con que se mire que la realidad es más rosa o más gris si no que el hecho de describirla la afecta. Esta es la razón por la que los juicios paralelos que realizan los programas tramposos pueden incluso llegar a convertir en culpable a la mismísima víctima de un juicio.

En cualquier caso no espere a estar plenamente informado de las cosas a través de los medios de comunicación sin una preparación suficiente para discriminar el grano de lo paja, lo que vale de lo que no.  Pero esto que estoy diciendo no es un invento mío. Allá por los 60 Chomsky ya estudió como en EEUU los periódicos explicaban la guerra del Vietnam de una manera y en Europa de otra. En la versión americana de una misma noticia sobre el Vietnam se suavizaba más para no herir las sensibilidades de los padres que tenían un hijo en el frente.

Es tan poderosa la información que a la prensa le llaman el cuarto poder. Puede derrocar gobiernos y manipular la opinión pública. Y eso tanto en una democracia como en una dictadura es decisivo. El poder, sea el que sea y se manifieste u oculte explícitamente, siempre va a tratar de controlar la información que desee que los ciudadanos conozcan o no.